A raíz de la derogación de la reforma educativa en 1977 ni los partidos políticos ni los educadores ni la sociedad civil han consensuado una propuesta para que nuestro Panamá surja como un país de primer mundo, ante lo que se nos venía a partir de los retos que enfrentaríamos con la reversión del Canal de Panamá.
Gracias a quienes protestaban en las calles en contra, la educación retrocedió al sistema educativo de 1946. ¿Miopía política o desde entonces existía una intención velada?
Álvaro Alemán en CADE 2015 dijo: ‘Toda la educación debe ser reforzada '. ¿Para qué y para quiénes? ‘Panamá creció un 6.2 % en 2014, liderando América Latina que solo creció 1.2 % '. ¡Qué buena noticia! ¿Quiénes crecieron?
‘La educación primero ', es el lema adoptado por la Junta Directiva de APEDE. ‘Aspiramos a que se establezca una política pública a favor de una educación moderna, innovadora, que aproveche los beneficios que nos da la tecnología, que sea inclusiva y que permita la prosperidad compartida, para que dejen de existir las diferencias socioeconómicas y culturales que han marginado a un importante porcentaje de nuestra gente '.
¿Prosperidad compartida? ¿Con quiénes? ¿Cómo van a dejar de existir las diferencias socioeconómicas, si este Gobierno persiste en los reavalúos para sacarnos de las casas? ¿En el puerto Corozal que va en detrimento del funcionamiento del Canal, por ende de nuestros ingresos? ¿Si persisten en dilatar la derogación del artículo 138ª, introducido por Ricardo Martinelli, en la Ley 6 de 1997, que permite el proceso sumarial en 15 días para que la ASEP avalúe, deposite la miseria de dinero que tasan y despojan a los campesinos de sus tierras? ¿Acaso no son diferencias socioeconómicas pretender cambiar el concepto de las Juntas de Acueductos Rurales para tomar la administración y cobro de las tarifas que no pueden pagar nuestros campesinos? ¡Insolente demagogia, ministro Alemán!
En 1999 nace en Italia, con la presión de grupos poderosos de conglomerados empresariales, el Plan Bolonia, que sienta las bases de una reforma educativa para el planeta.
El proyecto latinoamericano surge durante la IV Reunión de Seguimiento de UELAC en la ciudad de Córdoba, en el año 2002 y, todos regresaron a sus respectivos países con la misión de establecer centros nacionales del Alfa Tuning , como se le llama al Plan Bolonia, en esta parte del mundo.
Así pues, la visión crítica frente al Proyecto Alfa Tuning es fundamentalmente económica y pone a la educación al servicio de la empresa privada, una realidad que ha querido camuflarse con los cambios que se juzgan positivos para desarrollar las fortalezas de los países y acrecentar la economía, crecimiento que no se siente ni en la clase media y mucho menos en los pobres.
No se trata ya de desarrollar y transmitir conocimiento o incluso conocimiento con aplicación social, sino de formar trabajadores.
Este proyecto adecúa los planes de estudio hacia una progresiva política de mercantilización. Lo que no dicen es que bajo ese nombre grandilocuente se desarrolla una operación para someter enteramente su régimen de funcionamiento a las necesidades del mercado y a las exigencias de las empresas, futuras empleadoras de sus titulados.
Al volcar la financiación pública en proyectos académicos que ya gozan de ‘fuentes externas ' de ingresos, lo que se hace es subvencionar con dinero público actividades empresariales privadas (al tiempo que se ahoga la financiación pública de actividades de interés ciudadano que no sean rentables).
¿Qué van a hacer nuestras futuras generaciones si el Ministerio de Educación acoge el Proyecto Tuning, que vaya usted a saber cuán avanzado está? ¿Qué sucederá con los jóvenes que quieran estudiar sociología, sicología, paleontología, por ejemplo?
Venimos a este planeta para ser felices. La felicidad consiste, entre otras cosas, en tener tiempo para dedicarlo a lo que nos apasiona. Esa es la verdadera libertad. Con esta reforma no podrían hacer lo que realmente quieren. ¿Estamos dispuestos a seguir indefinidamente gobernados por el mercado? ¡Nosotros tenemos que gobernar al mercado! Somos una sociedad hija del mercado, hija de la competencia, diseñada para hacernos infelices... esclavos.
¿Estamos gobernando la globalización o la globalización nos gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad en una economía basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?
Es hora de que el Pueblo elabore su propia propuesta de educación. Porque este problema no es del gremio magisterial. Es de todos.
FINANCISTA