Sonó el último fuego de artificio; enterraron la sardina y la realidad, a regañadientes, empieza a desenvolverse nuevamente. El jolgorio cesó; la bulla, el escándalo y la farra van dejando atrás una estela de cansancio que a duras penas se recupera en el plazo inmediato, porque las neuronas están en tiempo de modorra. Aparecerán en la agenda los problemas postergados y en suspenso desde el viernes; algunos, a propósito fueron guardados o escondidos.
Asombra conocer la forma como se maneja la cotidianidad y sus hechos. Hace una semana se mencionaba y se repetía sin cesar un panorama que vinculaba los acontecimientos a las celebraciones. Todo lo que surgió tenía dicho perfil; lo otro, sencillamente no existía. Así por ejemplo, el problema hídrico y el caudal de los ríos adquirieron una importancia, porque estaban relacionados con los culecos o jornadas de ‘mojaderas'.
Ya terminó el periodo de la alegría desenfrenada y probablemente el agua pierda vigencia por doce meses, a menos que el fenómeno de La Niña cree condiciones adversas, exceso de lluvia e inundaciones y volverán las cámaras de televisión y los periodistas a ocuparse de los lechos anegados en exceso y de toda la inquietud que ocasionen en las comunidades más vulnerables.
Umberto Eco, escritor y académico italiano, escribe en su último libro Número cero, sobre la forma como los medios de comunicación imponen a la sociedad los referentes sobre los que hay que pensar y opinar. Así, aquellos títulos e informaciones que aparecen en primera plana o en los llamados de los noticieros audiovisuales, van a ser los asuntos que pondrán a circular las ideas y en torno a los que la gente discutirá.
Por eso, la sequedad de las fuentes fluviales, la desesperación del sector ganadero y los pozos abiertos sin gota de líquido, se constituyeron en argumentos para las indagaciones periodísticas pre carnavales. El verdadero sentido del pulso nacional andaba por otros confines y ni siquiera se puso de manifiesto de una vez por todas, el alcance real del cambio climático que las autoridades han tratado de advertir y sobre el que se preparan estrategias.
Uno de los personajes de la novela de Eco afirma, ‘…pero mi padre me acostumbró a no creerme las noticias a pie juntillas…' La realidad navega entre aguas que tienen capas superficiales; de estas se surten muchos sectores y con ellas construyen el imaginario que es consumido sin mayores dudas. ‘Vivimos en la mentira y, si sabes que te mienten, debes vivir instalado en la sospecha', agrega el huésped del literato.
Hay otro sector más profundo y complejo que requiere de un tipo de lectura más contextual; el tema ambiental ha sido utilizado por algunos medios de comunicación, no por una genuina preocupación, sino como forma de promover una atención sobre lo que ocurriría en las provincias durante las celebraciones carnestolendas, donde estarían situadas las cámaras para la cobertura y se requería audiencia total y cautiva.
Solo un nivel de conciencia de la población puede ahondar en la interpretación y ajustarse a la racionalidad. Ya lo decía Descartes, la duda puede ser metódica e instrumento para un esclarecimiento y lograr por tanto, la verdad. Algunos, dan la espalda, piden licencia hasta por días y van a mecerse en hamacas bajo palmeras; ‘no hay preocupación; todo el mundo está abrumado bajo los efectos adormecedores del ‘guaro' y la campana', parecen expresar.
El país vive etapas muy complejas y los diferentes actores de la vida pública requieren fijar sus acciones a un compromiso de responsabilidad para mantener a esta nación en un sitial que otros envidiarían. Esos son asuntos sobre los que hay que pensar en este Miércoles de Ceniza y reflexión.
PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.